jueves, 27 de agosto de 2009

Estimados amigos, firmantes del Manifiesto contra el rascacielos Cajasol de Sevilla y lectores de nuestro blog.

El Convenio Europeo del Paisaje, firmado por España y en vigor el día en que se concedió la licencia de obras al rascacielos, dice en su artículo 6 que
Cada Parte se compromete a incrementar la sensibilización de la sociedad civil, las organizaciones privadas y las autoridades públicas respecto del valor de los paisajes, su papel y su transformación.”

Como las Administraciones públicas no lo han hecho, hemos fomentado esta sensibilización nosotros, los ciudadanos, creando esta página que ha sido un referente de participación ciudadana libre sin precedentes en Sevilla.

Por otra parte, el debate periodístico generado antes de la visita de UNESCO ha estado protagonizado, entre los defensores del rascacielos, por un buen número de profesionales que han trabajado en el proyecto y/o tienen intereses directos en su construcción . En contra del rascacielos hay personas de todo tipo y profesión, pero sobre todo hay IDEAS y RAZONES para estar en contra de esta ruptura unilateral de las reglas del juego en Sevilla.

Para los que piensan que en Arquitectura vale todo, que los edificios pueden tirarse en paracaídas sobre un territorio, que no tienen que buscar armonía o proporción con la cultura en que se asientan, que no hay que trabajar sus proyectos sino "vender" copias de otros edificios creados para otros contextos, les ofrezco este artículo, que apareció en el Boletín de la Asociación Ben Baso y que se repartió, en español e inglés, a todos los participantes de UNESCO en el encuentro de Sevilla.

Un saludo: Fernando Mendoza

La torre Pelli y la Divina Proporción.

Fernando Mendoza

Uno de los elementos fundamentales de la Arquitectura es la Proporción , desde los tiempos más remotos a Le Corbusier, en el siglo XX. La «sección áurea» constituía la base en la que se fundaba el arte y la arquitectura griegos, sobre el llamado “número de oro”, equivalente a un número infinito cuyas primeras cifras son 1’ 6180. En la Edad Media, la sección áurea era considerada de origen Divino: se creía que encarnaba la perfección de toda la Creación . Así pues, la Divina Proporción, que utilizaron artistas como Leonardo da Vinci, Jan Vermeer o Alberto Durero, era la forma de hacer armónicos los edificios y las obras de arte con los seres humanos. Los edificios debían estar proporcionados al Hombre, que constituía la medida de todas las cosas. Proporción que remite a la relación de las partes con el todo o de una cosa con otra , según el Diccionario. El control de la escala de intervención sobre un territorio o una ciudad es, también, parte de la proporción.

Conseguir la proporción adecuada entre el edificio y su contexto es uno de los problemas fundamentales del Arquitecto. Si, desde el principio, se niega la intervención en la escala del edificio al comienzo del proceso creativo, ya que se impone un “rascacielos” como punto de partida, el papel del arquitecto no existe en su dimensión más compleja. Queda limitado a un rol secundario para que el edificio sea estable y funcionen los ascensores.

Uno de los problemas fundamentales de la torre Pelli es su desmesurada escala , en relación al el valle del Guadalquivir y a Sevilla, con su entorno inmediato y el conjunto de la ciudad. El edificio está proporcionado al Poder y a la Banca, no a las personas. La construcción de la torre dejará fuera de escala tanto el monasterio de la Cartuja como la capilla del Cachorro y el barrio de Triana. En cuanto al resto de la ciudad, la torre acabará por arruinar la vista del río desde la torre del Oro, Puerto de Indias, paseo Colón, Alcázar, Plaza de España así como la vista de Sevilla desde la cuesta del Caracol, en la subida al Aljarafe y la ciudad romana de Itálica. Desde el Este de la ciudad la torre interferirá con la Avenida de Eduardo Dato y calle Oriente. Destruirá la perspectiva de espacios como Alfonso XII, Ronda de Triana o Plaza de Armas.
El valle del Guadalquivir está definido topográficamente por la cornisa del Aljarafe y los Alcores. Sevilla ha sido siempre “la llana”. El rascacielos duplica la altura de la cornisa . Por lo tanto será visible en todo el arco Puebla del Río, Sanlúcar la Mayor y Santiponce, convirtiéndose asimismo en referencia de una extraña gramática visual, ya que, además, se verá sólo “media torre”, ya que la otra mitad quedará por debajo de la línea del horizonte.

Desde las primeras declaraciones municipales, el Ayuntamiento manifestó el deseo que el rascacielos se transforme en el nuevo icono de Sevilla, basado en una pretendida “modernidad”, en clara competencia con nuestro icono universal, la Giralda. Este argumento es demasiado arrogante: “No se puede mantener la Giralda como único icono de Sevilla.” ¿Por qué no? Desde el primer rascacielos en Chicago, en el año 1.899, no se ha podido hacer uno en Sevilla? ¿No se ha podido o no se ha querido? Planteemos que el arquitecto argentino tiene razón. ¿Con qué sustituímos el referente más importante de la cultura hispano musulmana conocido en todo el mundo? ¿Con una torre comercial y estándard a mayor gloria de una Caja de Ahorros , su arquitecto y el Ayuntamiento? ¿Cuál es el mensaje banal y mediocre que transmitimos a las generaciones futuras? ¿Es Washington una ciudad menos moderna porque no se puedan construir edificios de mayor altura que el Capitolio?

Así pues, pasaremos de puntillas por los otros argumentos urbanísticos , legales y constructivos en contra de la torre Pelli. Su capacidad para generar un caos de tráfico en la salida Oeste de la ciudad; la nulidad de su Licencia de Obras por incumplir el Convenio Europeo del Paisaje e incrementar la edificabilidad del Plan General; su peligro para la navegación aérea. Y en general, la dificultad de los rascacielos para hacer frente a una catástrofe que exija una evacuación ordenada y rápida, como se pudo apreciar, trágicamente, el 11 de Septiembre de 2.001 con el hundimiento de las torres gemelas en Nueva York. En la película “El Coloso en llamas”, el jefe de bomberos, el actor Steve McQueen, le dice al arquitecto, Paul Newman : “Os tengo dicho a los arquitectos que en edificios de más de diez plantas no se pueden extinguir los incendios.” Recordemos que el primer rascacielos español, el edificio de Telefónica de Madrid, tuvo muchos problemas con los arquitectos municipales por los riesgos evidentes para sus trabajadores. Pero eso eran otros tiempos……

En sus declaraciones en su última visita a Sevilla, Pelli hizo constantes referencias a la “modernidad” de la torre. ¿Es moderno trabajar en el piso 40 de la torre, rodeado de importantes medidas de seguridad y en un clima totalmente artificial? ¿Es moderno saber que el plazo de evacuación de la torre puede ser excesivo, en caso de emergencia, y que sus trabajadores pueden quedarse encerrados en una ratonera? ¿Es moderno saber que la red de rociadores de agua puede dejar la oficina hecha una sopa en cuanto exista una pequeña alarma de humos? ¿es moderno desconocer los efectos de los terremotos sobre la torre? En el fondo, Pelli está hablando de la modernidad de los años setenta. La modernidad del siglo XXI es la opuesta: sostenibilidad, independencia energética, facilidad de contactos directos entre las personas, variedad urbana, comunicación con la Naturaleza y seguridad y calidad en el trabajo.

Los rascacielos tienen un recorrido de 120 años. Llamarlos “modernos” parece un mal chiste. Uno de sus argumentos propagandísticos más potentes fue siempre hacerlos más altos que los anteriores. Sin embargo, ya no podemos competir en este campo: El edificio más alto del mundo, todavía en construcción, es la torre Abu Gharb, en Abu Dabi, con 850 metros de altura. A su lado la torre Pelli, con sus 178 m, es un modesto rascacielos provinciano. Recuerda al que construyó aquel alcalde franquista de Ayamonte, que destruyó irremediablemente el perfil de su ciudad “para que fuera moderna, como Madrid”. Todavía está y estará por mucho tiempo, a orillas del Guadiana, con sus grandes medianeras que han servido para anuncios de cerveza. Porque los errores de hoy duran muchas generaciones.

Con la misma edificabilidad del rascacielos Cajasol existen soluciones alternativas, fragmentando el volumen en otros más adecuados a la escala de la ciudad. La metodología de Pelli para la torre ha sido la contraria. En vez de ver cómo ajustar el proyecto para integrarlo en el conjunto de Sevilla, ha concentrado la edificabilidad en la torre incrementando la altura hasta que ésta se ha agotado, con independencia de cualquier otro criterio proporcional, histórico o ambiental. Es por esto que Pelli carece de justificación para la altura de la torre. Cuando se le preguntó porqué un solo volumen y no dos o más, respondió con una vaga razón de ahorro energético y que el rascacielos tendría un restaurante en su cima, como de costumbre. Escaso bagaje para una torre que rompe violentamente un consenso de alturas máximas en la ciudad que procede del año 1.184 , fecha de construcción de la Giralda.
El Plan General de Sevilla parece excluir a los rascacielos de sus propuestas. Se habla de ciudad mediterránea, sostenible, en la cual las alturas son las medias de sus entornos. En el apartado 2.3 de su Memoria se habla de la “componente estética”: “ha de ser un principio que acompañe todas las decisiones de diseño urbano. No se trata de proporcionar un repertorio de artefactos desmesurados, propagandísticos y ficticios.” No podríamos conseguir una definición más ajustada a la torre Pelli: artefacto desmesurado, propagandístico y ficticio. Por ello hay que reformar este proyecto y adaptarlo a Sevilla y la vega del Guadalquivir, volviendo a los principios de proporción y escala, haciendo Arquitectura con mayúsculas y no mera ingeniería.

viernes, 21 de agosto de 2009