Carta al director enviada a varios medios de comunicación por el arquitecto Sergio Hojman y publicada en Diario de Sevilla.
Estimado Señor Director:
Le ruego publique en su periódico la carta que le envío con el siguiente texto:
Leo que César Pelli vuelve a identificar rascacielos con modernidad, denuncia un "debate provinciano" y califica a los detractores de su proyecto como "gente que quiere mantener a Sevilla sin cambios". La torre representa "un paso hacia el siglo XXI para crecer hacia el futuro", sentencia.
No creo que se trate de un debate provinciano. Que una ciudad discuta sobre el urbanismo y la arquitectura que quiere, me parece un fantástico ejemplo de salud democrática. Lo que sí resulta provinciano es la equiparación entre modernidad y construcción en altura a que ya nos tiene acostumbrados Pelli. ¿Serían entonces modernas sólo aquellas urbes que disponen de rascacielos? Según este criterio, una ciudad como Vitoria, declarada capital verde europea del año 2.012, que destaca por la limitación de sus emisiones de CO2, por su apuesta por el transporte público, por la calidad del aire, por contar con un espacio verde a menos de 300 metros de cada ciudadano, por importantes avances en la limitación de la contaminación acústica o por la excelante gestión de los residuos municipales, pero cuyo edificio mas alto no supera los 74 metros, habría quedado irremisiblemente anclada en el pasado, mientras que Caracas, una megalópolis con problemas de pobreza, desigualdad, hacinamiento y altas tasas de criminalidad, aunque eso sí, tachonada de rascacielos, sería todo un paradigma de la modernidad que nos quieren vender.
En la dicotomía modernidad - tradición, Pelli pretende colocarnos a los que nos enfrentamos a su torre como conservadores recalcitrantes, opuestos a todo cambio, sacralizadores de una ciudad acabada e intocable que observan cualquier intervención urbana como la profanación de un pasado idílico. Nada mas lejos de la realidad. Lo que defendemos es una modernidad que no es la suya, una modernidad que reivindica el paisaje urbano como memoria colectiva en una ciudad que puede y debe acomodar propuestas de diferentes épocas, articulando e incorporando la nueva arquitectura en los tejidos urbanos tradicionales a través del respeto y el diálogo con sus monumentos.
En Sevilla tenemos magníficos ejemplos de esa arquitectura, como el estupendo edificio proyectado por Rafael Moneo para una compañía de seguros frente a la Torre del Oro, el Teatro de la Maestranza, de Luis Marín y Aurelio del Pozo, que dialoga con el pasado incorporando en su composición la fachada del antiguo cuartel de artillería, o el edificio de la Bibilioteca Provincial de Antonio Ortiz y Antonio Cruz, que reivindica su carácter contemporáneo coexistiendo sin estridencias junto a diversos pabellones históricos de la Exposición del 29.
Queremos, señor Pelli, el modelo de modernidad de Amsterdam o el de Praga, no el de Shanghai o el de Pekin, ciudades que como si de un enfermo de Alzheimer se tratase, van poco a poco destruyendo toda memoria de si mismas, y acabarán por disolverse como azúcar en el café de la globalización mas anodina.
Sergio Hojman Trainoff. Arquitecto
1 comentario:
("Queremos, señor Pelli, el modelo de modernidad de Amsterdam o el de Praga, no el de Shanghai o el de Pekin")
Eso también queremos los "pro-torres" Esas 2 ciudades que nombras "Amsterdam y Praga" tienen algunos edificios de 100-150m. La Torre Cajasol es el prototipo para ver si funciona o no. Pero a estas alturas que lleva 17 plantas, me parece una locura pararlo. Tan fácil como ver si de aquí a 10 años funciona, que no, pues los próximos rascacielos "de 100-200m" que se quieran hacer, se hagan en otra parte de la ciudad.
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