lunes, 11 de enero de 2010

Irresistible ascensión


Editorial publicado en el El País 10 enero de 2010

PERIDIS

La osadía de construir lo más alto que permita la tecnología disponible forma parte de las pulsiones de todas las generaciones. La Torre de Babel es el paradigma bíblico que explica las motivaciones de los seres humanos cuando acometen esta clase de aventuras. "Ea, edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra". Así ha sido, en efecto, pues las pirámides de Egipto construidas por los faraones para la inmortalidad y que hace más de 4.000 años consiguieron una altura similar a los 145 metros que ha alcanzado la reciente Torre Agbar de Barcelona, han dado fama imperecedera a Keops y a sus descendientes.
El hombre primitivo consideraba sagrados a los lugares más elevados del territorio, baste recordar que en el monte Sinaí recibió Moisés las Tablas de la Ley o que el Olimpo, era la morada de los dioses griegos. En las llanuras de Mesopotamia a falta de montañas naturales sus habitantes levantaron pirámides escalonadas rematadas por un templo. Los constructores de las catedrales góticas, consiguieron aligerar considerablemente las construcciones al llevar el peso de las bóvedas y de la cubierta por nervaduras, y transformaron la materia en luz elevando de modo prodigioso la altura de unas naves que parecían flotar sobre los vitrales multicolores de las fachadas.

Se dice, con razón, que la sociedad capitalista, que adora al becerro de oro, ha conseguido que los rascacielos, fruto de grandes avances tecnológicos: la electricidad con la invención del ascensor, las estructuras reticulares de acero y de hormigón, el aire acondicionado y el vidrio laminado, sean las catedrales de nuestra época. Hay que reconocer el enorme atractivo que tienen estas torres gigantescas no sólo por la belleza de su diseño, su elegante esbeltez, su sensación de fragilidad, la irresistible levedad de su sustancia, sino sobre todo por el vértigo del poder que simbolizan. Ellos son los hitos de la ciudad que, como nuevos faros de Alejandría, permiten identificarla a muchos kilómetros de distancia y también el espejo de la modernidad en el que quieren mirarse sus habitantes.
He de confesar que me equivoqué de plano cuando, viendo que la bajada por las escaleras de emergencia de las Torres Gemelas se convertía en una eternidad para las personas atrapadas en ellas, pensé que el sentido común se impondría y que a partir de entonces pasarían a un primer plano los problemas de seguridad y las dificultades de evacuación que ocasionan estos gigantescos edificios. Suponía que, después del "sacrificio" de 343 bomberos en Nueva York, las autoridades impondrían tal número de condicionantes y cautelas que harían muy difícil la construcción de edificios de altura desaforada. Pero parece que ha ocurrido todo lo contrario y ahora toda la ciudad que se precie quiere tener un rascacielos. Desde el 11-S en España, sin ir más lejos, se han proyectado, aprobado o construido edificios de gran altura, todos ellos de carácter emblemático. Aparte de las cuatro torres madrileñas, Sevilla doblará la altura de la Giralda con una torre de Pelli; Bilbao está acabando otra Torre de Pelli para Iberdrola con 165 metros y en A Coruña se proyecta una torre de 180 metros en As Percebeiras.

No cabe duda de que a partir de cierto número de plantas la construcción de un edificio se encarece sobremanera y sólo se justifica por la escasez y carestía del suelo como ocurrió en Chicago y Manhattan. Inauditas son, como hemos visto, las dificultades para socorrer a sus ocupantes en caso de catástrofe. Por eso, aunque aprecio la belleza de muchos edificios en altura, especialmente el BBVA de Sáenz de Oiza en el paseo de la Castellana de Madrid, estoy con aquellos que desean que los edificios no sólo sean sostenibles sino que también tengan una altura limitada a las posibilidades de acceso a los bomberos. Pero no me hago ilusiones, porque creo que pronto, al grito circense de "más difícil todavía", en alguna parte del mundo nos anunciarán el proyecto de construcción de un edificio de un kilómetro de altura a la mayor gloria de sus arquitectos y promotores.

"Comentario cariñoso al artículo de José María Pérez Peridis"

Traemos a nuestro blog el documentado artículo que José María Pérez, Peridis, gran arquitecto y dibujante, publicó el domingo en el diario El País. El análisis efectuado por Peridis de los rascacielos es impecable y lo suscribo casi al completo.

Uno de los problemas principales de estos edificios, alguno de ellos fascinantemente bello como una cobra, es su seguridad, o en términos zoológicos, su mordedura: la capacidad para extinguir un incendio desaparece prácticamente a partir de la planta 10; efectivamente son “inauditas” las dificultades para socorrer a sus ocupantes en caso de catástrofe. Todo ello quedó dramáticamente evidente en el ataque y colapso de las Torres Gemelas de Nueva York.
¿Cuál es entonces el motivo por el que se construyen después del 11-S? Peridis lo deja claro “a mayor gloria de sus arquitectos y promotores.” Y por el dinero, añado yo, ya que el gran negocio de estos edificios es construirlos. Es decir, beneficio privado frente a perjuicio público.
Echo en falta un análisis de los rascacielos en las ciudades históricas, con todo lo que supone de ruptura de escalas, banalización de los paisajes, trivialización de las arquitecturas tradicionales, como ha sucedido en Bruselas. Allí, incluso ha dado lugar a una nueva palabra: “bruselización”.

Por último, mi amigo Peridis comete un error, fácilmente comprensible desde la lejanía de Madrid: “Sevilla doblará la altura de la Giralda con una torre de Pelli”. No te preocupes, Peridis, LA TORRE DE PELLI NO SE CONSTRUIRÁ.








8 comentarios:

Anónimo dijo...

El informe de los "expertos", totalmente vinculados al poder mafioso del PSOE municipal, estaba previsto desde de la visita que hizo José Jiménez al Alcalde, antes de la reunión de la Unesco en Sevilla. En esta visita le garantizó que el resultado de la Comisión sería favorable a la torre, que no se preocupara. Después, intentaron manipular a la Unesco metiendo sus expertos en esta burla de comisión, pero no se dejó. Así que el tema de "si la torre se ve o no se ve", da igual, porque la Unesco sacará a Sevilla de todas formas de la Lista de Ciudades Patrimonio de la Humanidad, para verguenza de esta mafia en que se ha convertido el PSOE.

Anónimo dijo...

¿porqué no intenta Cajasol y el Ayuntamiento hacer la torre Pelli de 1000 metros de altura? Por lo menos sería la más alta del mundo, guay del paraguay, igualito que los moros.

Anónimo dijo...

El artículo de Peridis venía en pequeñito. A doble página el periódico del Régimen decía "la torre Abu Gharb aviva el interés por los rascacielos" ¿A quién se lo aviva? ¿A Cajasol que está en la ruina? ¿Alguien piensa que después del 11 S los rascacielos tienen un futuro razonable? La torre Abu Gharb se ha transformado en un blanco terrorista de interés mundial, así que no cabreen a Israel o a Al Quaeda.

Anónimo dijo...

El genial Peridis tampoco hace referencia a los inmensos problemas urbanísticos que crean los rascacielos en las ciudades. No es lo mismo plantar una torre en el medio del desierto, como Abu Dhabi, que en Sevilla. Porque los rascas generan unos terribles problemas de tráfico, al acumular muchos miles de personas en un sólo punto. Y en el caso de Sevilla es peor, porque son oficinas y todos entran y salen a la vez.

Anónimo dijo...

¿Porqué El País defiende a estas alturas a los rascacielos? Parece que la fascinación por el objeto y por el dinero que se gana al construirlos es más fuerte que la razón. De todas formas como no quieren que se les vea el "plumero" ponen a Peridis para suavizar "el nuevo interés por los rascacielos".

Anónimo dijo...

El artículo también dice, para justificar los rascacielos, que son más "sostenibles" que las casitas de suburbio. Lo que no dice es que en Europa no tenemos la urbaización dispersa del suburbio americano, sino ciudades compactas. En ningún modo un rascacielos es sostenible, por su grado de consumo de energía, su ambiente interior artificial y la gran tecnología contaminante que hay que utilizar para levantarlos.
El caso es confundir y engañar a la opinión pública...... esto ya lo inventó Goebbels.

Anónimo dijo...

Toda la normativa de protección del paisaje cultural en las ciudades europeas está hecha para evitar los rascacielos. Igualmente la española y andaluza. También el Plan General establece normas contra los rascacielos, como el "derecho al paisaje heredado". Sin embargo, este Ayuntamiento de "regreso" se pasa por el arco del triunfo todas las leyes y normas para hacer su "pirámide del faraón". Como decía Orson Welles, "las cosas que hemos visto, maese Shallow"

Anónimo dijo...

Si la Licencia de obras de la torre ha caducado, ahora que se ha publicao el Libro negro, ¿Se atreverán los políticos de la Gerencia a dar una nueva licencia, sabiendo que es ilegal y que los Tribunales la van a desautorizar? ¿Se atreverá Cajasol a seguir la obra, sabiendo que todo lo que hagan deberán derribarlo tarde o temprano, con la pasta que va a costar? ¿No sería mejor que fueran sensatos y cambiaran el proyecto? ¿O es que no se puede porque hay financiación ilegal del PSOE? ¿Acaso los 100 millones de euros que han regalado a Cajasol iban a la Caja B del partido? ¿Por eso han mirado todos hacia otro lado?