miércoles, 28 de septiembre de 2011

Y él solo se murió


Resulta entrañable contemplar ahora a los responsables políticos lavándose las manos al contemplar cómo el rascacielos de la Cartuja va tomando altura y va transformando el paisaje horizontal de la ciudad y cómo se vislumbra a la vuelta de la esquina la expulsión de Sevilla de la lista del Patrimonio de la Humanidad. El alcalde Zoido reparte ya culpas a diestro y siniestro, la Junta dice no tener vela en este entierro (porque es eso precisamente, el entierro del paisaje histórico) y el Gobierno asegura que ya se preocupará cuando nos echen. Pues vale.

Pero sí hay responsables. El rascacielos se está construyendo con la culpable intervención del anterior alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, y del anterior presidente de la Junta, Manuel Chaves; ante la pasividad cómplice de la Consejería de Cultura y su Comisión Provincial de Patrimonio, que consideran inadmisible cambiar el herraje de una fachada del centro pero no impiden levantar un rascacielos de 43 plantas junto al conjunto histórico; con la colaboración necesaria del Ministerio de Cultura, que lleva dos años desoyendo las advertencias de la Unesco.

Se está levantando gracias también a la cerrazón de la patronal sevillana, incapaz de discernir entre una inversión que genera progreso efectivo y empleo estable y otra que crea sombras (nunca mejor dicho) sobre nuestra primera industria; con la ceguera voluntaria de la izquierda política de esta ciudad, a la que no se ha oído una palabra más alta que otra pese al impacto innegable del edificio; gracias asimismo a la posición vacilante de Zoido, a punto de hacerse un nudo en las piernas a fuerza de regateo. Pero, sobre todo, en medio de la somnolencia de unos ciudadanos aletargados por la crisis, el fútbol, el calor o qué se yo.

No ocurrirá nada si Sevilla es expulsada de la lista del Patrimonio Mundial. Nada, salvo la vergüenza de pasar en veinte años de referente mundial en una Exposición Universal a ser desalojados de la aristocracia del patrimonio. Pero no habrá responsables porque nadie va a asumir culpa alguna. Entre todos mataron al paisaje, pero él sólo se murió.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífico resumen de toda esta charlotada de la "modernidad". En este país, por muchas leyes y reglamentos que existan para proteger el paisaje, cuatro aventureros desalmados se salen con la suya y se forran con la construcción de esta mamarrachada. No hay más que pasar por los puentes de los Remedios y Triana y multiplicar por cinco lo que está construído. Y no passa nada..... A la gente le da igual. Sevilla sin sevillanos...... que maravilla

Anónimo dijo...

El amigo que ha escrito el comentario tiene razón. La torre Cajasol es la prueba del fracaso absoluto de las políticas de protección del patrimonio del PSOE. Pero lo más grave es que la transgresión está realizada por el mismo partido que tiene (tenía, tendrá) responsabilidades de Gobierno. Pagarán cara la torre, porque no se puede ser defensor del paisaje y a la vez su destructor. Esto se llamaba "doble pensar", ¿no?

Gitano azteca dijo...

Habrá que leer de todo, ¿no?

Vamos, digo yo...

http://www.sevillasemueve.org/node/153

Saludos

Anónimo dijo...

Según la información de este magnífico blog, no hay que pagar ninguna indemnización por parar la torre. Un grupo de bandoleros del PSOE e IU han utilizado el Ayuntamiento en beneficio propio, por lo que hay que pedirles responsabilidades a ellos, no al Ayuntamiento. Cuando se pare la torre habrá que "mirar con lupa" como decía Zoido el comportamiento de Monteseirín, Marchena, Pulido y Chaves, y pedirles responsabilidades en nombre de la sociedad sevillana.

Anónimo dijo...

Si el proyecto es tan ilegal como decís los del blog, demuestra que con control político se puden burlar las leyes en este país. La justicia es lenta como un caracol, los fiscales los nombra el PSOE, las instituciones que tienen que parar estas barbaridades son de paniaguados que obedecen consignas. ¿Estamos en una democracia y en un país europeo o en una repíblica bananera?